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El Ballet de la Provincia se presentará en Campo Quijano


Fecha: 30/05/2014

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El Ballet de la Provincia de Salta se presentará en Campo Quijano, el sábado 31 de mayo, a las 19.30, en el Sindicato de Industrias Químicas. La entrada será gratuita.

 

La Compañía de ballet clásico, cuya directora Artística es la reconocida maestra Liliana Belfiore, y su maestra Preparadora María Fernanda  Blanco, presentará el ballet: “La Pequeña Vendedora de Fósforos”. Este espectáculo, que fue estrenado con gran éxito en la temporada 2013, cuenta con música de P.I. Tchaicovsky y  Coreografía y Adaptación del Texto, de la Maestra Belfiore.

Fiel al objetivo del Instituto de Música y Danza de llevar la música y la danza a toda la provincia, esta función se concretará con entrada gratuita y en trabajo conjunto con la Municipalidad de Campo Quijano. De este modo, el Ballet de La Provincia vuelve a los escenarios, luego del Concurso para la Cobertura de cargos de Bailarines que se realizó durante que finalizó en abril. 

El ballet "La Pequeña Vendedora de Fósforos" está basado en el famoso cuento de Hans Cristhian Andersen  y su resumen  argumental es el siguiente:

Era muy temprano en la mañana y en su cama pobre, una niña soñaba siempre con su abuelita, quien era la persona que mas la había amado y a quien sentía que siempre la cuidaba desde el cielo.Como todas las mañanas, debía levantarse temprano para ir a vender cerillas y otros productos en las calles.

Reinaba un frío horrible; era el último día del año. En medio de ráfagas de viento, la  niña andaba por las calles. Cuando salió de su casa llevaba zapatillas, pero eran grandes. Un niño malo que de ella se burlaba, se las quitó y la niña quedó descalza. En su canasta llevaba los fósforos, que deseaba vender, pero no vendía nada, temblaba de frío, y la brisa la despeinaba. Brillaban luces en todas las ventanas y la gente se dirigía a celebrar en familia. En el aire flotaba un delicioso olor a pavo asado ¡Y en esto sí que pensaba! Tenía las manos heladas. Sacó un fosforo para encenderse y calentarse las manos. Chisporroteó y empezó a arder von una llama caliente y brillante, como una candela, que ella cubrió poniendo las manos encima. 

Pero las pequeñas llamas de fósforo que imaginaba de pronto se extinguieron, el fuego desapareció y sólo quedó un cabo del fósforo en su mano. Encendió otro y brilló una luz que le  permitía ver una mesa cubierta con un blanquísimo mantel con vajilla de porcelana. Se le aparecieron mensajeros de distantes países que le ofrecían golosinas, té, café y chocolates, pero también todo se desvaneció al apagarse el fósforo.

La niña encendió otro fósforo, el tercero, y se vio transportada cerca de un árbol de Navidad espléndido. Las verdes ramas brillaban. La pequeña tendió sus manos. . . y el fósforo se apagó. Un muñeco de nieve cobro vida y comenzó a consolar a la niña, comenzó a nevar, los copos de nieve bailaban alrededor en remolinos,  y las luces del árbol de Navidad parecieron ascender muy alto hasta convertirse en estrellas en el cielo. Una de ellas cayó hacia la tierra, dibujando en el cielo un trazo de luz, ella pensó en aquello que su abuela le había dicho un día, que cuando una estrella cae, un alma sube al cielo. Encendió el último fósforo que brilló enseguida. Y en el centro de un gran resplandor, la niña vio, ante ella, a su abuela. Sus vestidos irradiaban luz y su rostro tenía una expresión dulce y tierna.- ¡Abuelita! -gritó la niña-. ¡Llévame contigo o, cuando se cabe el fósforo, me abandonarás, te desvanecerás como el fuego, como el pavo y como el espléndido árbol de Navidad! ¡Quédate conmigo, te lo suplico, o llévame  donde vayas.

Su abuela nunca había sido tan alta y tan hermosa como en aquellos momentos. Tomó en sus brazos a la niña y se la llevó volando en un trineo, envuelta en luz y alegría, hacia las alturas celestes, donde no reinaba frío, ni se sufrían penas.  

 
 
 
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